lunes, 27 de octubre de 2008

Andrés Calamaro

La noche de ayer fue superlativa. Nunca esperé tanto a un persona como a Andrés Calamaro. Rememoro el 98 y aún maldigo aquel verano traidor por no saber cómo diablos llegar al Silencio para empaparme de él y desde luego de nuestro generoso mar. Eran los primeros coqueteos con Calamaro y yo provinciana advenediza y 'en funciones' no tenía ni idea de dónde estaba la playa, cuánto me tomaría llegar hasta ahí y sobre todo si regresaría viva para contarlo.
Tenía un amigo fanático de él que me animaba a chapar una combi para enrumbar hacia el encuentro con el ex Abuelo de la Nada, pero pues ¡nada! no me animé, fácil el entusiasmo y los calores de la jornada me iban a hacer terminar en cualquier antro sin acordarme siquiera para qué fui. Aunque pensándolo bien ahora Calamaro hubiera valido tal 'sacrificio' y mucho más. Pero bueno, entonces yo era una wawa y no quería empezar a jugar con mi libido.
Desde entonces me he tragado literalmente todo sobre mi Andresito. He buscado detalles sobre su vida, grabaciones inéditas, entrevistas en radios de mil países y en ese periplo subyacía siempre su genialidad y la mía ... sí claro cómo no... digo que la mía para proveerme de materia no comercial sobre él.
Recuerdo que hacia 2004 cuando dejé de trabajar de manera permanente para el Decano, si hubo algo que me estaba haciendo agonizar antes de recoger mis pasos en el viejo local eso fue la posibilidad de perder toda mi colección de canciones inéditas bajadas por aquí y por allá. En la época previa a mi salidad me sentía Colón pues a diario encontraba algo nuevo de mi Calamar y lo hacía rechinar en mi PC tantas veces como fuera posible. De eso fueron testigos Pao y Mario, que siempre me pedían bajar el volumen, cambiar de canción, pero eso sí jamás de cantante... jamás se les hubiera ocurrido porque les cantaba FLACA con escenificación y todo.
Felizmente una buena diseñadora se apiadó de mí y me quemó todo en un CD que hoy guardo con celo en una urna y que solo he cedido a mi mejor amigo para contagiarlo del virus calamarus agudus. Y él, tácitamente, sabe que debe guardarlo igual, pues representa muchos años de sacrificios, descargas interminables, esperas que desesperan... todo para obtener uno a uno sus demos y canciones.
Volviendo a mi incursión frustrada al silencio pues me quedé con la miel en los labios, nunca lo vi. y en señal de protesta contra el destino infame nunca busqué un solo video de esa presentración. Me rebelé durante diez años a ver a los afortunados veraneantes que -queriéndolo o no- fueron testigos de la magistral tocada. ¡No podía no estar allí!...mi reacción: bloqueo mental, nunca existió, no vino jamás y por tanto no me perdí de nada!!.
Siempre pensé en la posibilidad de ir a la montaña. Mi buen mahoma rockero me esperaría en algún lugar de esta parte del mundo, pero nada. No daba conciertos y solo agarraba el micro en el estudio de su casa o de amigos, nada de abrir la boca en público. Andrelo se encerró algunos años grabando, fumando, componiendo y siendo feliz apenas con una grabadora casera. Luego, volvió a la palestra con un puñetazo... cinco dedos certeros que dieron vida a EL SALMÓN.... la disquera se volvió loca, esperaban 20 canciones y tuvieron más de 100. Caballeros! lo editaron y la Warner de Argentina, bien precavida ella, obtuvo la licencia para comercializar un compendio de 20.
Aquí también los busqué, pero en vista de mis agujereados bolsillos solo me quedó ir a Quilca Corazón y encargar a mis amigos piratas, pobres pero honrados, la quemada de los 5 dedos. Un día después, regresé feliz por mi puñete salmonesco y fui feliz. Reventón de tímpanos y noches sin dormir para Andrelo, para escucharlo de principio a fin.
Poco después un amigo fotógrafo que regresaba de Venezuela me presta su discman (síii, no existían ni MP3, MP4, menos IPod) y oh maravilla.. sin saberlo me doy con el CD resumen de aquel vómito melódico, triste y alegre, que es como suena mi Andrés (ya entré en confianza).
Claro está el discman fue devuelto sin CD y no me da roche decirlo pues era conmigo con quien Calamaro iba a estar bien valorado, jamás en la jurisdicción de mi desorejado amigo.
Luego y ya hablo de los cinco últimos años me volví un poco más pasiva, lo he venido observando desde lejos y claro he disfrutado de sus nuevas placas: El Regreso, El Cantante, El Palacio de las Flores y de la magistral Lengua Popular, entre muchas más. Algunas sonaron aquí y otras me las busqué por internet. Pero esa pasividad acabaría la noche del 25 de octubre, pues ya nada impediría mi encuentro con él... ya había quedado con Miluchito, ya sabía llegar al monumental, ya tenía casi todos sus discos (no importa el medio como los obtuve, solo el fin) y -a pesar de que no parece- tenía la vitalidad para saltar y corear sus canciones, todas las que me sé y para intuir alguna por si se me hubiera escapado.
Por eso días antes de "la fecha" desbloquée mi angustia de los últimos 10 años y me eché a buscar los videos del concierto en Silencio. Era como sacarle la lengua a la vida diciéndole que ya pronto estaría con él... muy pronto. Esta vez no habría mar cerca, ni olas y menos sol, pero sí habría -o mejor lo pongo en pasado ya-, hubo, las ganas, mi Capitán Calamaro. El mejor de los músicos de los últimos tiempos compartió el recinto conmigo; cantó, le canté; saltó, le salté; levantó el micro, levanté mis manos... así de alto que acaricié todas y cada una de tus canciones salidas de tu boca prodigiosa y sobre todo de tu alma, Andrelo, que se pagó sola todos estos años de espera. Así como tu amigo ése que debe tener el culo hecho trizas de tanto viaje por seguirte; ni te imaginas Andrés cómo me quedó el coxis después de ayer. Pero eso es lo de menos, lo importante es que ya no te irás más.

No hay comentarios: