viernes, 6 de julio de 2007

La teoría del clavo

Hay diversos puntos de unión entre dos seres. Mil veces he escuchado a optimistas amigas decir a los 15 años: “nos gustan los mismos cantantes”, “tenemos las mismas comidas preferidas”, “somos del mismo signo”, y siempre he respondido con un sonoro “Jajaja”.
Hoy en día, que tengo los meses contados para dejar la base dos, el discurso cambia “tiene un buen trabajo”, “ya se compró un depa” e “invierte en bolsa”, etc. La verdad es que según lo que cada quien busque en su media naranja priorizará ciertos factores al momento de elegir con quien embarcarse en una relación.
Sin embargo, nunca -hasta ese día que chapé mi revisa Cosas en la peluquería- había sido testigo de que una relación ya madura había tenido como origen una pena en común. Se pueden tener gustos comunes, manías, defectos comunes, pero penas? Tristezas?, pues sí. Y qué pena me dio –como si conociera a la entrevistada de tú y voz- saber que en medio de la felicidad de la gente, siempre estará aquella ‘piedrita’ (espero que nunca llegue rocón) en el zapato que nos aterrizará en la realidad, con todos sus colores.
Trato de adivinar qué pena en común podría unir a dos personas: una enfermedad incurable, una decepción amorosa, la muerte de un conocido. No puedo dilucidar cuándo se acaba ese luto psicológico para dar paso al amor.
En medio de mis laberintos fui interrumpida por un viejo amigo, a quien le dije: Por si acaso, no hablo de la “táctica del clavo”. Ya lo sabrán ustedes… me meto con uno pa’ sacar al otro, al final probablemente uno termine sin soga y sin cabra, pero al menos logra distraerse del dolor inicial. Eso dicen. Recuerdo que en otra ocasión se lo refuté a una amiga, con una gran ferretería, o sea… un largo prontuario de clavos para parchar a los malos amores.

“Funciona y salud!”, dijo

- No funciona, le respondí.

“Sí”, insistió desorbitada.

- No, sino qué hacemos aquí tomando un trago para que te olvides del ultimo clavo, le repliqué

Ah, entonces cambio mi teoría: un trago saca otro clavo, me dijo estallando en una carcajada. Yo que la quiero tanto, le quité la copa (me inmolé tomándomela.. si tú) y la llevé a su depa pensando en qué otra pena en común podría unir dos almas de un modo que no sea insano.

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